la niña del destino y el borracho que se ilusiona
Posted by luis | Posted in | Posted on 12:45:00 p. m.
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Había prometido frente a mi espejo no volver a salir solo. Te sientes extraño, observado, fuera de todo. Salir solo es lo mismo que ir a una fiesta sin ser invitado vagas de un lugar para otro con la misma sensación de estar sobrando, ruegas sin éxito que una cara conocida te salve del millón de miradas que se posan en ti y preguntan quién eres.
También había estado en el Gruta 100 la noche anterior. Noel me había llamado a la una de la madrugada. Vente huevón, el ambiente está de la puta madre. Me puse el primer jean y polo que encontré. A pesar que no había un puto taxi en la calle me ingenié para llegar y a la una y media ya estaba mirando como Noel no podía mantenerse en pie.
Aprovecho para ir al baño del segundo nivel. Las chicas se han unido a un grupo de patas que estaba en la mesa de al lado. Han arrimado a Noel a un rincón, como si no existiera. Los observo mientras termino mi cerveza. Dado el patético cuadro que presenta mi fin de semana es el momento justo para largarse.
Hay dos chicas solas en el segundo nivel. Hola, me arrigesgo, saludo y acerco mi vaso para hacer salud, Hola, sonríe, tu amigo está bien ebrio, debes llevarlo a su casa, Te parece, Sí, me parece. Es más baja que yo, pero tiene una sonrisa que ilumina, le digo que tiene una bonita sonrisa, no uso la frase “que ilumina”, sonaría patético, sonríe más, bailamos.
Le pregunto dos veces su nombre y no consigo memorizarlo, Es que es japonés, explica. Cuenta que es maestra de Educación Inicial, que paso todas las mañanas por el Davy, el colegio donde enseña, que escucha la misma música que yo, y que por primera vez en mucho tiempo la estoy pasando de puta madre.
Trato de que los temas de conversación no huyan de mi mente como a veces pasa, trato de no decir bromas que solo entiendo yo y terminan ahuyentando a la gente que conosco como siempre pasa. Dudo en si pedirle su teléfono o no, en si invitarle una cerveza o no, en si seguir bailando o sentarnos, en ir a averiguar si Noel sigue respirando.
No quiso darme su número. Si vienes mañana, entonces bailamos un rato, y si me preguntas de nuevo, de repente te doy mi número. Antes de que ella se vaya le había soltado el rollo ese de que nada pasa sin ninguna razón y que la borrachera de Noel era la razón para que ella me conozca, pero mucho resultado no dio.
Estoy en el Gruta 100 y estoy ebrio. Ella nunca llegó. Pasé la tarde imaginando qué iba a pasar si la encontraba de nuevo. Lo único que es cierto son las dos jarra de cerveza que he tomado, el mareo que siento y las inmensas ganas de largarme de aquí robándome el vaso cervecero que tengo en el bolsillo. ¿Destino? Destino mis pelotas.
