Mucha tele, viejo

Posted by luis | Posted in | Posted on 11:12:00 a. m.

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Uno.
Todo empieza con un fin de semana sin planes ni destino. Ves una película independiente que está más o menos nomás, quieres salir, pero sigue lloviendo. Es como si todos se hubieran puesto de acuerdo para que pases la noche más aburrida del mundo. Tu mejor amigo no sale, llueve, tu compañero de juerga ha viajado, llueve, la única chica que se ríe de tus idioteces está enferma, llueve. Todo empieza mal una vez más.

Pero se te ha metido en la cabeza que, pese a todo, puede ser una buena noche, te alistas para salir cuando escampe un poco, y piensas que llegarás al bar y te encontrarás con los amigos que apenas conoces de vista, y te sentarás a conversar con ellos como si fueran amigos desde la primaria, y, si hay suerte, la chica que has imaginado cruzara todo el local hasta tu mesa y preguntará si eres el pata que escribe en el blog y conversará contigo, como pasa en las películas.

Es una buena noche para revivir eso de que cuando todo empieza mal, termina bien. Ha resultado antes, ahora no. El bar está medio vacío. Igual voy a entrar, no he salido anoche y necesito recuperar el momento de suerte que me debe la vida. No conozco a nadie, en fin, pediré un par de cervezas y luego me iré a casa. En el estrado hay un grupo musical que toca la música de siempre. Me encuentro con un amigo, voy por una cerveza y regreso, digo.

Esa escena donde caminas distraído en un bar y te chocas accidentalmente con la chica más bonita, o esa otra donde alguien te pide prestado el encendedor y te cuenta que fue sola al bar, pasa solamente en las películas. Reviso mi teléfono cada cinco minutos aunque sé que nadie me va a llamar, al final lo reviso para ver la hora. Ese comercial de pasa en la vida, pasa en las películas, es solamente una estrategia de marketing, he visto demasiada televisión.

Un conocido me presenta a Fanny. Está borracha, pero hablo con ella lo suficiente para saber que estudia sicología, y que juntos nos veríamos bien… bien graciosos. Me separo de su grupo, me encuentro con su mirada un par de veces. Podría acercarme y acompañarla a su casa, será interesante. Ella baila lejos de mi mesa, animada por el extraño licor que ha tomado junto con sus amigos. Jorge me pregunta si quiero quedarme un rato más. No, digo, me largo.

Dos.
Todo termina contigo llegando mucho más temprano de lo acostumbrado. No fue buena idea salir, la cabeza zumba, el oído molesta y parece que la infección respiratoria no se irá. Imaginas qué hubiera pasado si te quedabas media hora más en el bar. En la tele aparece otra vez el comercial que dice que pasa en la vida real, pasa en las películas, intentar no tirar un zapatazo contra la pantalla, intentas dormir pensando que mañana hay que ir temprano a la farmacia.

Debo ver menos televisión. Fade en negro. Punto. Adios.

¿Otra vez?

Posted by luis | Posted in | Posted on 12:00:00 p. m.

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Me van a operar otra vez. El injerto que el doctor Fuertes me hizo en los tímpanos ha servido para salvarme la audición, pero tengo otra lesión que la vuelve a comprometer. Tu nariz no sirve, y el problema se está agravando, me ha dicho sin arrepentimiento el nuevo doctor. Mi mente ha vagado al pasado, me he visto nuevamente pasando exámenes, vomitando por la anestesia, y aguantando el reposo. Lo único que ha salido de mi boca es la pregunta ¿otra vez?

Me enteré el viernes, el fin de semana no empezaba bien, me daba igual porque no pensaba salir. Noel me llamó diez minutos después, no le dije nada. Flaco, mi amiga Karla va a tocar con su banda en Next, vamos. No tenía una excusa buena, y contarle que me iban a operar y estaba deprimido no lo iba a detener. Quise decir no, pero dije sí, Te veo en media hora en el local, déjame cenar y voy.

Se te puede oler la inseguridad a dos kilómetros, si no la controlas nadie se va a animar contigo. Era todavía universitario cuando Brenda me sorprendió con ese diagnóstico. Esa misma noche, rompí con todos los record de ridiculez al tratar de parecer interesante con una chica que había conocido. Hasta ahora no puedo resolver cómo pasé de mantener una conversación interesante a contar una interminable lista de chistes sin sentido, solo para parecer interesante.

De más está decir que no volví a saber de ella. Me acordé de la anécdota, porque el mismo cosquilleo en la boca del estómago apareció el viernes. Noel me había presentado a Mariela, había conversado ya media hora con ella y todo iba bien, hasta que mi copa de vino pareció cobrar vida y, en medio de la conversación, voló en cámara lenta y estalló contra el suelo, como si fuera una bomba nuclear.

No contento con eso, quise invitarla a salir. Costó lograr que me reconociera, a pesar que nos habíamos conocido la noche anterior. No puedo salir, dijo, la muestra terminó tarde anoche y luego fuimos a un lugar con unos amigos. Por eso miraba a su alrededor mientras hablábamos me dije, convencido que no había puesto ninguna atención a lo que le dije, estaba más interesada en irse a tomar con sus amigos. Será para otra vez, me consoló, yo te llamo.

Terminé yendo al cine con Noel. Terminé pagando las entradas, No pienso gastar mi plata para ver “Los Extraños”, dijo todo conchudo. La película tenía toda la pinta de ser una de esas gringadas con actores desconocidos y bajo presupuesto. Antes de entrar Noel me preguntó por Mari, La he llamado hace un rato, iba a salir con un pata de su facultad, me contó. Me engañaron otra vez, me dije. ¿Otra vez?

No entendí el bodrio por el cual habíamos pagado para ver. Me entretuve mirando el letrerito de “salida” que señalaba la puerta de emergencia. Me pregunto si mi vida es como esa sala de cine, donde pasan casi siempre películas malas. Me pregunto si cruzar la puerta de emergencia será suficiente para ir a otra vida, donde no tenga que preguntarme nada.

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