Cosas que pagaría por ver

Posted by luis | Posted in | Posted on 9:40:00 a. m.

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Pagaría por ver que Noel, el corajudo e inexplicable editor del blog, acepta a la primera vez las sugerencias para los temas de los post. Pagaría por ver que mi mismo auto denominado consejero virtual, pase un fin de semana tranquilo en su casa sin necesidad de irse alcoholizando por ahí, y consecuentemente, arrastrándome consigo.

Pagaría por ver a J. comiendo hot dog crudo en el cine. Debe ser lo máximo ver cómo, sin importarle nada, abre su bolsa infame de embutido y con toda la paciencia del mundo separa la cobertura de plástico y coma así nomás sin roche. Lo normal es que te embutas con palomitas de maíz, pero ya con hot dog, eso debe ser lo máximo.

Pagaría por ver al Alianza Lima campeón de la Copa Libertadores. Lo celebraría gritándoselo a don Alcibiades que para molestarme siempre decía “esos de blanco con azulito, son muy malos ¿verdad?”. Pagaría por ver el rostro de J. cuando le cante Yellow de Coldplay (tú sabes por qué).

Pagaría por ver que la antena de wifi que haré usando una lata de gaseosa y alambre de cobre capta todas las señales posibles; pagaría por ver que pelusa deja de ladrar a las ocho de la mañana como si estuviera drogada, y que el jugo de no sé qué cosa que hace la vieja, ya se ha acabado cuando bajo a desayunar.

Pagaría por ver que de verdad uso el saldo de celular para otra cosa que no sea hablar contigo, pagaría por ver y saber que mi corazón es menos débil y vulnerable ante tus ojos, sin necesidad de que me digas demasiado tarde. Pagaría por ver que mis hermanas ya se dieron cuenta que soy su hermano mayor.

Pagaría por ver que se hacen realidad ciertas venganzas que tengo pendiente; pagaría por ver algún día que puedo tocar completa una canción de Oasis sin equivocarme después de haberla ensayado veinte veces, pagaría por que alguien aplauda mi esfuerzo por ser buen guitarrista. Por eso pagaría el doble.

Pagaría por ver que puedo levantarme de la cama todos los malditos días a las seis y veinte de la mañana para bicicleta por treinta minutos; y que el agua caliente todavía no se ha acabado, cuando regreso a casa después de manejar dos vueltas alrededor de la manzana, y con dolor de rodilla.

Pagaría por ver que mi impresora acepta, sin problemas, el cartucho de tinta recargable que le puse; pagaría por ver que el sol no siempre sale por el este (de acuerdo a tus cálculos), pagaría por ver que vivo solo y me gusta; y también por ver que mi presidente primero consulta y luego promulga leyes que benefician a todos.

Pagaría por ver que en casa el yogurt y el trigo atómico no se acaban tan rápido; y que nunca me culpan por que la fruta que compraron recién, ya se acabó. Pagaría y aún así no tendría como pagar si en este humilde y, a veces, adefesiero blog, aparece un comentario de José Saramago que diga: eres bueno escribiendo, cachorro, eres bueno.

Esta versión de Yellow es la que más me gusta, la pongo además de preguntarte ¿pagarías por ver algo, estimado lector? CUENTA CUENTA.




Cuchillos en la panza

Posted by luis | Posted in | Posted on 10:36:00 a. m.

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Pasé corriendo por la tienda de mi abuelo. Iba a visitar a una amiga que ahora, por alguna extraña razón no me habla. Lucho, Lucho, gritó don Alcibiades, Mañana vengo, abuelo, para conversar, tengo cita, dije. Al día siguiente un infarto se lo llevó sin avisar, me dolió como una cuchillada en la panza. No me pude despedir, nunca me lo voy a perdonar.

Mi único crimen era haber dicho que me gusta. Ella tenía quince años; era rubia como el sol, invitada infaltable en todas las fiestas. Yo: un fantasma que no figuraba en el mapa social. Me esperó a la salida del colegio, me reclamó que llene mis palabras con su nombre, arrastró mi orgullo por donde quiso. Hasta ahora duele, sí, en el centro mismo de la panza.


Habíamos quedado cinco a cinco. Penales. Debía patear el penal número seis, ellos ya habían fallado el suyo. Era fácil si lo metía ganábamos. Yo ganaba más, nunca más me escogerían de relleno en el equipo. Avancé mirando al suelo. Planeaba patear fuerte y al centro, a medio camino cambié de opinión, pateé afuera. Otra vez la cuchillada en la panza.

Estaba tan borracho que no entendía por qué las lágrimas rodaban por mi cara. Ivette tampoco entendía por qué tenía que irme, por qué la había conocido tan solo una semana antes de partir. Me regaló una foto, le regalé una estrella. Cuando regresé, tenía novio. Prefiero pensar que nunca la volví a ver.

Había comenzado como un juego. El de ron Pampero se había acabado hace rato, y entonces conversábamos. Están contentos conmigo en el grupo, pregunté. La lista de quejas se convirtió en una bola de nieve que, poco a poco, sepultaba mi autoestima. Cuando terminaron de hablar, los invité a irse de mi casa. Tuvieron que buscar otro guitarrista.

Te llamo el lunes, para seguir conversando. Había pasado una semana tratando de reconquistarla, era, ES, el amor de mi vida. Llámame el domingo, el lunes no estaré, viajo, A dónde, pregunté. No respondió. Los papás de S. nunca me quisieron dar su teléfono, su e-mail, alguna señal de vida. No los culpo, no quiso, NO QUIERE saber más de mí.

Nunca me he dado cuenta por donde camino, es normal que me tropiece con cualquier cosa, eso en mi familia siempre ha sido motivo de risa, hasta que una mañana quise ir corriendo a abrir la puerta y le di una patada a un macetero. La violeta africana que tanto le costó conseguir a mi viejo, murió heroica e instantáneamente. No me habló en una semana.

No me gusta que me digas que estas enamorado de mí, no tengo intención de enamorarme de alguien como tú, dijo. Siguió hablando pero yo no entendía nada. El mundo era una película que avanzaba hacia atrás y en mute. Nunca sabrá que mi intención siempre fue hacerla sonreír. Noel vino al rescate y me invitó dos cervezas para que el dolor pase. Mientras la resaca duraba, funcionó, pero ahora la panza me duele más que nunca.

Espero que nos cuentes amigo lector, qué momentos tristes te hicieron sentir cuchillada en la panza
Spiders de Moby coincidió con el final del post.



La caída de un héroe

Posted by luis | Posted in | Posted on 11:22:00 p. m.

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Si algo he envidiado de Noel ha sido su suerte con las chicas. Aprende cachorro, dice siempre que salimos juntos a una discoteca y se lanza a la pista de baile. No le toma mucho tiempo conseguir compañía, mientras yo busco ponerme cómodo en la barra del bar de donde me moveré hasta cuando sea de madrugada, sin haber bailado y patéticamente ebrio.

Pero el domingo, ese mismo héroe discotequero me ha sorprendido para siempre. Estaba tratando de terminar Yo Cornelio, una novela escrita por un colega mío, de pronto Noel me llamó para ver si podía ir a verme y se apareció en mi puerta con un six pack de Pilsen. Tenemos que hablar, dijo, ha pasado algo.


La culpable de todo es Janis, una chica que había conocido la semana pasada. Me contó que la había besado un par de veces, pero el sábado, cuando fueron juntos a la casa de ella en vez de ir a la inauguración de Mamut, la nueva discoteca de la ciudad, todo el talento de Noel para seducir hasta las piedras, fracasó categóricamente.

Janis le había dicho que no sentía nada por el que si se habían besado, era como si fuera un juego de adolescentes. Pero nada más, dijo mientras secaba su segunda cerveza en cinco minutos. No sabes lo que se siente viejo, sientes como si te hundieras en el suelo, puta madre, se siente como una cuchillada, aquí en el centro de la panza.

Lo mismo debe haber sentido H., cuando le hiciste lo mismo, quise responder pero no me dejó. Pero lo más jodido fue cuando, así de buena onda le quise agarrar la mano y ella me rechazó, no lo he hecho para creerme su enamorado, fue un gesto como para protegerla, de cariño. Entonces qué diablos querrá la flaca, pregunto, y me responde No sé.

No sabe. Lo peor es que estoy enamorado, dice. En este punto ya la cosa parecía medio en broma. Estaba esperando que saliera el broder con la cámara, que inesperadamente Noel me abrace gritando, Ahh cabrón te la creíste. Noel el que nunca se toma nada en serio está enamorado, sin saber qué hacer. No toqué ni una cerveza, él las ha tomó todas.

Hay que tomarse las cosas más olímpicamente, Noelito, si no quiere, pues no quiere, le dije tratando de usar las mismas palabras que él usa para darme aliento. Nada parecía funcionar, estaba ebrio y triste. Tú crees que me quiera, No sé, pucha a quién le preguntas, Noelio, digo, de repente ella sí te quiere, pero habrá que darle espacio.

Luego se despidió y mientras arrastraba los pies por las calles de Los Naranjos, rumbo a casa, me pregunté si sería mejor aconsejarle que desaparezca por un rato, como siempre hago cada vez que me rechazan, me convierto un fantasma perdido en mi tristeza, no salgo, no me comunico con mis amigos, me convenzo que solo sirvo para los crucigramas.

Me dí cuenta que ahora Noel necesitaba de mí, que debía estar junto a quien tantas veces me ha consolado luego de que me dijeran Es mejor que no nos veamos más. Corrí hasta alcanzarlo y cuando lo hice vi la huella de una lágrima en su mejilla. Lo abracé y fingí no darme cuenta. Los héroes son héroes siempre. A la mierda el lunes, viejo, dije, vamos te invito una cerveza y seguimos conversando. Era lo menos que podía hacer. NOTA: si quieres mandale un mensaje a Noel, estimado lector que no se por qeu diablos nos acompañas.