algo que nunca serás
Posted by luis | Posted in | Posted on 7:02:00 p. m.
Don Erasmo, mi sastre, me conoce de toda la vida y de memoria. Siempre ha hecho los mismos trabajos para mí: a) corregir la cintura de mis pantalones; b) alzar la basta para que no destroce el botapie al caminar; c) comprar los pantalones que me quedaban demasiado entallados. Desde chico he tenido dificultad para dos cosas: encontrar la talla justa de pantalón y comprar cualquier cosa que no sea azul.
Ayer tuve que regresar desde mi casa hasta el centro comercial cuando me di cuenta que el pantalón que había comprado para reemplazar otro que me quedaba entallado (sí, hasta ahora soy idiota para averiguar mi talla) era exactamente igual de azul que uno que tenía en el clóset. Creo que nunca seré bueno para eso.
Tampoco soy bueno para jugar billar, billas o cómo se llame el endiablado juego ese que consiste en apuntarle con un pedazo de palo a unas bolas de marfil. Mis amigos siempre me miran con cara de “que baboso eres, de verdad” cada vez que intento jugar. Un buen día me lesioné el pulgar y ni siquiera le di a la bola. Conclusión: nunca seré bueno en eso.
Jamás seré ordenado. Mi escritorio rebosa de papeles que necesito, no necesito y los que ni siquiera estoy seguro que son míos. La lap top no se cae de milagro por falta de espacio. En el piso, lejos de la ropa sucia, la situación es casi la misma: una revista que espera que la levante desde la semana pasada; un frasco de alcohol (¿por qué está ahí?) y una lista de películas independientes me recuerdan que tengo que limpiar. Lo haré esté fin de semana. Sí, claro.
Siempre tengo que decir algo para parecer gracioso, interesante, y si se puede, los dos. Al igual que lo que pasa con Joaquín, por decir lo que pienso sin pensar lo que digo me he ganado problemas que van desde avergonzarme a quitarme por milagro una borrachera ante el miedo que me partan la cara por faltoso: Nunca seré prudente, creo, y eso que lo he intentado.
Cada vez que intento arreglar algo termino con los dedos destrozados. La conexión del cable, los plomos de la luz, la llanta del carro; un trabajo manual puede convertirse en una amenaza de muerte para mí. Mi viejo terminaba gritanto siempre cuando pedía que lo ayude en tareas de la casa. Nunca podré ensamblar, armar o atornillar nada. Soy un inútil.
Vi a S. por última vez en el 2002. Distutimos feo, se hartó de la manía mía de encontrar expliaciones para todo. Lo último que supe de ella es que se fue a Estados Unidos. Pasé siete años tratando de ubicarla, y cuando lo hice me envió un e-mail pidiéndome por favor que no la molestara. No tuve alternativa, era muy difícil que llegara a perdonarme.
Vi a J. por última vez en agosto del 2009. Nos encontramos en Terranostra un restaurat cerca a la plaza de armas, que luego insistí en catalogar como un sitio de reunión para viejas chismosas cuando un grupo de amigos quiso ir a cernar ahí. Durante nuestra última conversación, S. dejó en claro que le disgustaba mi manera de ser. Asumí que no quería verme denuevo y me fui.
Tengo un especial talento para pelearme con la chica que me gusta; y tengo un súper talento para autosabotear mis tácticas de conquista. Intenté ser su amigo, pero J. terminó odiándome. He regresado a la costumbre de salir solo. Ahora sé que nunca seré bueno para aceptar un no sin resentirme un poquito con la chica que me rechaza.
Casi siempre termino en el Full, el bar que aloja religiosamente todos los viernes, a mi típica costumbre del litro de cerveza antes de dormir. Bebo despacio esperando que aquella doncella alta, juerguera, de buen leer y mejor conversar que mi imaginación reproduce una y otra vez frente a mis ojos, se materialice de una buena vez y tropiece como quien no quiere la cosa conmigo. Conociéndome, no seré capaz de decir ni media frase interesante. Deseamos cosas imposibles, esa es la escencia de un verdadero deseo.
¿CONSIERAS QUE ESTÁS INADAPADO PARA ALGO ESTIMADO LECTOR? COMENTE, AMIGO, COMENTE.
Ayer tuve que regresar desde mi casa hasta el centro comercial cuando me di cuenta que el pantalón que había comprado para reemplazar otro que me quedaba entallado (sí, hasta ahora soy idiota para averiguar mi talla) era exactamente igual de azul que uno que tenía en el clóset. Creo que nunca seré bueno para eso.
Tampoco soy bueno para jugar billar, billas o cómo se llame el endiablado juego ese que consiste en apuntarle con un pedazo de palo a unas bolas de marfil. Mis amigos siempre me miran con cara de “que baboso eres, de verdad” cada vez que intento jugar. Un buen día me lesioné el pulgar y ni siquiera le di a la bola. Conclusión: nunca seré bueno en eso.
Jamás seré ordenado. Mi escritorio rebosa de papeles que necesito, no necesito y los que ni siquiera estoy seguro que son míos. La lap top no se cae de milagro por falta de espacio. En el piso, lejos de la ropa sucia, la situación es casi la misma: una revista que espera que la levante desde la semana pasada; un frasco de alcohol (¿por qué está ahí?) y una lista de películas independientes me recuerdan que tengo que limpiar. Lo haré esté fin de semana. Sí, claro.
Siempre tengo que decir algo para parecer gracioso, interesante, y si se puede, los dos. Al igual que lo que pasa con Joaquín, por decir lo que pienso sin pensar lo que digo me he ganado problemas que van desde avergonzarme a quitarme por milagro una borrachera ante el miedo que me partan la cara por faltoso: Nunca seré prudente, creo, y eso que lo he intentado.
Cada vez que intento arreglar algo termino con los dedos destrozados. La conexión del cable, los plomos de la luz, la llanta del carro; un trabajo manual puede convertirse en una amenaza de muerte para mí. Mi viejo terminaba gritanto siempre cuando pedía que lo ayude en tareas de la casa. Nunca podré ensamblar, armar o atornillar nada. Soy un inútil.
Vi a S. por última vez en el 2002. Distutimos feo, se hartó de la manía mía de encontrar expliaciones para todo. Lo último que supe de ella es que se fue a Estados Unidos. Pasé siete años tratando de ubicarla, y cuando lo hice me envió un e-mail pidiéndome por favor que no la molestara. No tuve alternativa, era muy difícil que llegara a perdonarme.
Vi a J. por última vez en agosto del 2009. Nos encontramos en Terranostra un restaurat cerca a la plaza de armas, que luego insistí en catalogar como un sitio de reunión para viejas chismosas cuando un grupo de amigos quiso ir a cernar ahí. Durante nuestra última conversación, S. dejó en claro que le disgustaba mi manera de ser. Asumí que no quería verme denuevo y me fui.
Tengo un especial talento para pelearme con la chica que me gusta; y tengo un súper talento para autosabotear mis tácticas de conquista. Intenté ser su amigo, pero J. terminó odiándome. He regresado a la costumbre de salir solo. Ahora sé que nunca seré bueno para aceptar un no sin resentirme un poquito con la chica que me rechaza.
Casi siempre termino en el Full, el bar que aloja religiosamente todos los viernes, a mi típica costumbre del litro de cerveza antes de dormir. Bebo despacio esperando que aquella doncella alta, juerguera, de buen leer y mejor conversar que mi imaginación reproduce una y otra vez frente a mis ojos, se materialice de una buena vez y tropiece como quien no quiere la cosa conmigo. Conociéndome, no seré capaz de decir ni media frase interesante. Deseamos cosas imposibles, esa es la escencia de un verdadero deseo.
¿CONSIERAS QUE ESTÁS INADAPADO PARA ALGO ESTIMADO LECTOR? COMENTE, AMIGO, COMENTE.

Acabas de describir muchas cosas de mi vida brother.
En algún momento llegara lo que tanto esperamos.
¿O no?
Anthony
este post sera viejo pero me la pase leyendo todas tus anecdotas en vez de estar haciendo mis tareas de universidad, porque me siento tan igual o peor que tu..