Cosas que me hubiera gustado ver
Posted by luis | Posted in | Posted on 9:47:00 p. m.

La cara del abuelo búho cuando me gradué-vengué de mi mismo. Había pasado tiempo ya desde lo de Cajamarca. Logré vengarme de aquel que fui. Pero el abuelo no lo vio. Se fue al cielo, sin avisar. Como hacía siempre que hacía algo importante, no le avisaba a nadie. ¿Efectivo lo lograste? Me habría preguntado. Efectivo, abuelo, lo logré. Le hubiera dicho. Mírame abuelo, lo logré, digo ahora.
Los ojos de Gisella, cuando decía que, sin conocerme, sonreía cuando hablaba conmigo. Le creí. Si está bien que le haya creído o no, no es trascendente, tampoco es tema de otro mundo y para nada importante. Ahora que acabo de descubrir hace dos minutos que hay que hablar de lo que uno siente con los ojos clavados en los de la otra persona, me hubiera gustado estar ahí, por el tema de la mirada, digo.
Mi credencial de prensa de “XX XOXXN”. Fue uno de los primeros diarios que me permitió escribir acerca de lo que más me apasiona en este mundo: fútbol y literatura. Me prometieron la credencial que nunca llegó. Tampoco la esperé, sabía que no iba a llegar. Mientras esperaba, aproveché para conocer, admirar, y escribir acerca de la capacidad de supervivencia que muestra un jugador de segunda división.
A la “D” que conocí en Lima y que nunca encontré en Huanuco. Total que uno viaja dieciocho (¡18 horas “D”!) para encontrarla y se topa con una lista interminable de desplantes tipo “aléjate de mi”. Me emborraché a gusto, junto con mi compadre Eric que recibió trato más o menos igual. Aprendí que no debo viajar a ningún lugar por nadie. Ni siquiera por mí.
El partido homenaje por los cincuenta años de Pelé. Tenía 9 o 10 años, no me acuerdo. Recién iniciaba en mi esto de la pasión futbolera y pensaba que el negrito convenido era lo mejor. Pero justo ese maldito día, tuve que acompañar a mi hermana a un súper divertido cumpleaños de quien sabe. Intenté un ataque súbito de fiebre, polio, vómito o algo, pero nada dio resultado. Fui a comer chizito y chicha morada. Me lo perdí.
El concierto de Guns and Roses en Tokio. Año 92. Los chinitos ni siquiera sabían ante quien estaban, pero cómo ajustaban la carita para decir “puta male, este glupo es genial”. Compre los cassettes de VHS como auto regalo para mi cumpleaños 19. De cuando en cuando, para que no se malogren los pongo y me estrello contra las paredes de mi cuarto cantando Paradise City.
1997. Waldir ya metió el gol a Melgar. Mientras corre a Occidente, se seca el sudor de la frente con la camiseta y se la regala a su madre, para, como decían en EL BOCON, de ese tiempo, la señora se seque las lágrimas de emoción. A-lian-za, cam-pe-ón. No encuentro, al menos dentro del fútbol peruano, un homenaje similar. Me hubiera gustado dar la vuelta ese día, arrancar un pedazo de césped y llevármelo conmigo.
Cada que asisto a una presentación de libro, o festivales de poesía, envidio fiel y fervientemente a los ponentes, presentadores de libros o a quien ese que muestre sus logros. Imagino que el siguiente en decir algunas palabras será Noel Padilla quien nos hablará de su próximo libro, sueño despierto, y cuando vuelvo a la realidad, el libro ya se ha presentado, como muchos otros, hubieron discursos que se pronunciaron, y brindis y señales de buena suerte lanzadas al viento. ¿Y yo? Rodando, rodando.
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