Una vez no basta

Posted by luis | Posted in | Posted on 10:20:00 p. m.


Cuando eres adolescente, piensas que el alcohol es símbolo de madurez. Hombría y pendejada. Más famoso eres, cuando más borracho eres. Todo el mundo quiere hablar contigo cuando estás borracho y es de madrugada. Especialmente la chica que te gusta y a sus catorce años, no es capaz, aún de diferenciar una voz aguardientosa de una enamorada.

Cuando una vez no basta, y mucho menos dos, tienes carta libre para emborracharte, como lo hice yo. Mi primera borrachera fue en la celebración del cumpleaños número 26 del que entonces era mi tío favorito. Hasta ahora lo es. La ropa vomitada, el dolor de la resaca, la culpa rodeándote, el primer No tomo más. Todo hacía suponer que el alcohol no era para mí. Y no tuve mejor idea que celebrarlo emborrachándome denuevo


Me hubiera dado cuenta antes. Las chicas no quieren decir SI cuando dicen NO, quieren decir NO casi todo el tiempo, lo que no quita mi predisposición para viajar catorce horas con tal de aceptar un te quiero no correspondido. “D” me explicó casi con dibujitos, entre cerveza y fiesta que no era buena para mí. Y yo, como dice la canción, tratando de encontrar mentiras para retenerte, para estar contigo.

Pero como una vez no basta, y mucho menos dos. Le he saque lustre a mi talento para estar donde no me invitan. Llamé, escribí, pateé, siempre por teléfono, nunca en persona, por una luz al final del túnel. Al menos un fósforo encendido. La harté y se alejó de mí. Igual le dediqué un par de líneas en un trabajo de investigación y, en la graduación. Ella está casada. ¿Y yo? Como dice la canción. Rodando.

Tienes la capacidad de ser quien quieras. Aquí nadie te conoce. Soltó al aire, cual sabia enseñanza de chica que los sabe todo, Juanita Castaña, la que supuestamente iba a supervisar mi segunda oportunidad académica. Había dejado trunca, la primera. Así que estar allá, donde hay playa y buenas librerías era un riesgo para todos. Tenía la oportunidad de ser alguien.

¿Ser alguien? No. Me era más cómodo ser yo mismo. Regresó la confusión, y a no tener personalidad, siempre es bueno actuar como alguien totalmente distinto a uno mismo. Fui conversador, y nunca dije nada. Coqueteé con quien me dio la oportunidad, dije chistes malos, hice gala de mi capacidad para decir mentiras, mentí sobre yo mismo, me mentí a mi mismo. No pude ser alguien. Fui una mala copia de quien quería ser.

Y aunque fallar una vez puede parecer suficiente. Hay que comprobar en que se ha fallado, no era cuestión de comprobar. El incomparable dolor de regresar a casa con una multitud cruzando a través tuyo como si fueras un fantasma, es igual en todos lados, casi lo mismo que el remordimiento que todavía ataca (¿para qué?) cuando hay una promesa sin cumplir.

El lugar de la confusión, no lo es más. Regreso hace dos fines de semana, por un tema de estudios. Alanis me acompaña desde el USB multiuso, cuando camino y de vez en cuando, regresa sin avisar, algún recuerdo que, como dice Fuguet, es mejor saludar como a un familiar lejano. Toco el timbre de mi antigua casa. Pregunto por mí. Nadie da razón. El humo del Lucky que acabo de encender, molesta un poquito. El pasaje es para las diez de la noche. Regreso a casa.

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