2 (MIL) fANTASMAS

Posted by luis | Posted in | Posted on 2:50:00 p. m.

Vaneskia.
Son las siete y treinta, amigo mío, no son las seis y diez. El día ha llegado, aunque tu no queiras, no querías o nunca quisiste. Cómo se hace para ir al colegio hundido en la humillación, nadie sabe. Ya te acostumbrarás. Sería mejor estar muerto, eso piensas ahora. Hace dos semanas pensabas que por qué no se podría dar el hecho que la reyna de la disco se enamore del ti. Nadie lo hubiera creído, pero ¿por qué no?

Hubiera podido estar conmigo, dices, conmigo que camino jorobado, que apenas he salido a la calle, que no sé fumar. Hubiera sido mejor no escuchar los gritos. Atorrante, déjame en paz, me dijo, qué te has creído que me voy a fijar en ti. A mi me dijo todo eso, yo que nunca hice otra cosa que quererla en silencio, mientras los compañeros miraban con un gesto de: miren pues, el idiotita se ha enamorado...




Había que buscar una razón para demostrarle a todo el mundo que mi corazón debutante estaba vivo, que no lo mató. No había razón para humillarme, pero lo hizo, y su enamorado no tuvo fuerza para pegarme, se rió de mi un rato y a otra cosa. No hay que llevarle rosas a la tumba del pasado, dice Calamaro y le hago caso, y no me rindo a su recuerdo ni menos aún a su pena.

Ni me rendiré a las lágrimas adolescentes que me hizo derramar, ni a la cara de baboso de su enamorado, ni a la niña que vomitaron sus entrañar, ni a la mirada fugaz que me dedicó hace dos o tres días, cuando por casualidad me la crucé en la calle. Ella con cara de A este pata lo conozco. Yo salía del centro de idiomas, ella entraba a donde entran todas las viejas de categoría para masticar un postre shick.

Cómo se hace para sobrevivir entre tanta humillación, apenas con quince años, no lo supe, simplemente lo hice. No me reconoció y no tenía por qué. Asustó mi corazón, lo mató sin contemplaciones y no me quedo otra que buscar las puertas abiertas de esta carcel que se llama vida (dice Calamaro). Y lo hice. Escapé de su recuerdo, al menos eso creo, aunque a veces cierro los ojos para conversar con este fantasma que viene a visita.

Silvina
Será suficiente decir no quiero, cuando en realidad se quiere. Será suficiente poner cara de remordimiento y esperar un perdón que no va a llegar. Será suficiente todo lo suplicado por encontrarla, si todo el mundo confabula para que no suceda. No lo sé. Dicen que hay que cerrar todos los libros que inciamos a escribir en nuestra vida. Pero hay puintos suspensivos que no quieren convertirse en finales.

Era casi lo máximo, todo podía ser posible con ella, hasta que su mejor amiga me pidio que la besara. Todo se fue al diablo por no tener los cinco minutos de inteligencia que se necesitan en momentos como esos. Ella se enteró y desapareció. Yo quise desaparecer, como siempre que hago algo mal y no me queda orgullo para remediarlo. Nunca supe nada más de ella.

Sus papás no me entregaron jamás el correo electrónico, y yo me estoy cansando de llamar por teléfono y dejar mi nombre, mi número, el nombre de mi mascota y diez mil súplicas para encontrarla. Sé que no me acercarán a ella. Hay heridas que a veces dejamos tan abiertas o tan calientes que no se pueden calmar ni con todo el torrente de un río helado.

Huyo de estos recuerdos por que sé que me hacen mal. Pero los fantasmas, los fantasmas siempre atrapan y me enredan en cartas pasadas que re leo como si fueran testigos de un amor que se me tuvo. Y los nombres son ficticios, para protegerlas, y los fantasmas se multiplican en mil, diez mil, quince mil, tantos, que hacen falta muchas noches de vodka y jugo de naranja para firmar las pases con ellos.

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