Segunda vuelta
Posted by luis | Posted in | Posted on 9:05:00 p. m.
A pocas horas del examen de ingreso a la UNC del año 2006 y algunos despues de alguna segunda vuelta electoral
El sol no calienta los barrotes de la reja. Detrás mío, el mundo se resume a gritos de alegría o tristeza, gritos desesperados por tratar de escapar de las tijeras avidas de pelo, o maldiciones al mundo, al cielo, a todo. Ingresé, No ingresé, carajo, son las frases repetidas. No he querido ser parte del circo, y sigo aferrado a la reja que señala mi destino universitario con un NO INGRESO junto a mi nombre.
Enfrentarme a mi familia con la noticia no fue nada del otro mundo, creo que ya sabían que no iba a ingresar. Lo que no sabían, era que en verdad yo quería ingresar, osea, no me levante de la cama esa mañana pensando, Bueno ahora que no tengo nada que hacer, voy a joderle la vida a mi viejo, malogrando mi examen a la universidad. Hay que ser patéticamente estúpido para pretender eso, aunque sé que mi famila lo creyo sin duda.
Me encerré en mi cuarto y le di dos cientas vueltas a una canción de Enanitos Verdes que dice Por que es como una balanza que no se ve, que te da cuando te falta y al revés. Después me enteré que el más vago del barrio había logrado el tan ansiado ingreso. Ni siquiera él se pudo explicar, como el primer puesto de Agronomía había recaído en sus manos.
La cena se convirtió en lo que ya me esperaba. Comparaciones por un lado y por otro,. Que el hijito de Zoraidita no ha ingresado, pobre. Que tu primo Pepito, sí, ese que ha terminado el colegio mucho después que tú, ya ha ingresó a Arquitectura, por que no estudias más hijito. Y yo harto de todo, esperando que el plato de comida me devore. Por qué se empeñarán en derramar sal sobre la herida.
Y eso que el viejo no decía nada. Tranquilo nomás, miraba en silencio, como calculando cuánto tenían que herir sus palabrás. Hasta que el momento, que se caía de maduro, llegó. Hasta el vago imbécil de Machuca ha ingresado, dijo, encima en primer puesto, gritó, y tú que postulas ya tres veces te la pasas hueveando. De repente la vida le ha dado la última oportunidad de ser alguien, dije, las palabras salieron de mis labios sin saber cómo.
No va a alcanzar el espacio en la página para describir todos los insultos que recibí, basta con decir que haragán de mierda, fue lo más suave. Pero muy en el fondo sabían que tenía razón. ¿qué probabilidad tenía Machuca de ingresar? Ninguna, es cierto. Es más que seguro que alguien “allá arriba” le “tiró un centro”, como decimos ahora. Eran tiempos en que tenía muy presente a los “de arriba”, ahora también, pero quizá un poco menos.
En cuanto a mi, no se puede decir poco, tampoco podemos decir mucho. Primero postulé por cuarta vez (sí, por cuarta vez, ¿qué tiene de malo?) a algo que según yo me gustaba. Me retiré de la universidad en quinto ciclo, para ir detrás de mi inalcanzable y por siempre inancanzada vocación de escritor. Elegí y me equivoqué en la mitad de las elecciones, que no siempre mostraban una segunda vuelta a la vista, como hoy día.
Que es como una balanza que no se ve, que te da cuando te falta y al revés. Escucho todavía a los Enanitos verdes, catorce años más viejo, un año más maduro. Y puede que hoy, a pocas horas de un examen de admisión, no me vuelva a equivocar si la frase se convierte en palabras de aliento para quien no logre el ingreso. Hay que tener en cuenta, estimado amigo que no ingresaste, que la vida, es como el fútbol, siempre hay revanchas, amigo, siempre hay revanchas. Nomás hay que estar listo para jugarlas.
Enfrentarme a mi familia con la noticia no fue nada del otro mundo, creo que ya sabían que no iba a ingresar. Lo que no sabían, era que en verdad yo quería ingresar, osea, no me levante de la cama esa mañana pensando, Bueno ahora que no tengo nada que hacer, voy a joderle la vida a mi viejo, malogrando mi examen a la universidad. Hay que ser patéticamente estúpido para pretender eso, aunque sé que mi famila lo creyo sin duda.
Me encerré en mi cuarto y le di dos cientas vueltas a una canción de Enanitos Verdes que dice Por que es como una balanza que no se ve, que te da cuando te falta y al revés. Después me enteré que el más vago del barrio había logrado el tan ansiado ingreso. Ni siquiera él se pudo explicar, como el primer puesto de Agronomía había recaído en sus manos.
La cena se convirtió en lo que ya me esperaba. Comparaciones por un lado y por otro,. Que el hijito de Zoraidita no ha ingresado, pobre. Que tu primo Pepito, sí, ese que ha terminado el colegio mucho después que tú, ya ha ingresó a Arquitectura, por que no estudias más hijito. Y yo harto de todo, esperando que el plato de comida me devore. Por qué se empeñarán en derramar sal sobre la herida.
Y eso que el viejo no decía nada. Tranquilo nomás, miraba en silencio, como calculando cuánto tenían que herir sus palabrás. Hasta que el momento, que se caía de maduro, llegó. Hasta el vago imbécil de Machuca ha ingresado, dijo, encima en primer puesto, gritó, y tú que postulas ya tres veces te la pasas hueveando. De repente la vida le ha dado la última oportunidad de ser alguien, dije, las palabras salieron de mis labios sin saber cómo.
No va a alcanzar el espacio en la página para describir todos los insultos que recibí, basta con decir que haragán de mierda, fue lo más suave. Pero muy en el fondo sabían que tenía razón. ¿qué probabilidad tenía Machuca de ingresar? Ninguna, es cierto. Es más que seguro que alguien “allá arriba” le “tiró un centro”, como decimos ahora. Eran tiempos en que tenía muy presente a los “de arriba”, ahora también, pero quizá un poco menos.
En cuanto a mi, no se puede decir poco, tampoco podemos decir mucho. Primero postulé por cuarta vez (sí, por cuarta vez, ¿qué tiene de malo?) a algo que según yo me gustaba. Me retiré de la universidad en quinto ciclo, para ir detrás de mi inalcanzable y por siempre inancanzada vocación de escritor. Elegí y me equivoqué en la mitad de las elecciones, que no siempre mostraban una segunda vuelta a la vista, como hoy día.
Que es como una balanza que no se ve, que te da cuando te falta y al revés. Escucho todavía a los Enanitos verdes, catorce años más viejo, un año más maduro. Y puede que hoy, a pocas horas de un examen de admisión, no me vuelva a equivocar si la frase se convierte en palabras de aliento para quien no logre el ingreso. Hay que tener en cuenta, estimado amigo que no ingresaste, que la vida, es como el fútbol, siempre hay revanchas, amigo, siempre hay revanchas. Nomás hay que estar listo para jugarlas.
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